24.7.07

Escapando de Potosí, fútbol en La Paz y Tiwanaku







A veces la diosa Fortuna puede jugarnos una pasada en contra y hacernos enloquecer por un rato. En mi caso, su juego ciclotímico me hizo pasar más tiempo de lo pensado en Potosí. Después de haber hecho gran parte de las cosas que uno puede hacer en esa ciudad, tenía la intención de ir para Uyuni, para visitar el famoso salar. Pero la realidad política de Bolivia bloqueó esa posibilidad de salir. Los fracasos en las negociaciones del gobierno con los mineros hicieron que todas las salidas de Potosí estuviesen bloqueadas, e ir a Uyuni era imposible. Por lo tanto, quedé en Potosí agravando mi condición de ocioso. Las noticias de la noche derrumbaban cualquier esperanza de que los bloqueos se levantasen, agravando aún más la tensión entre la gente que quería viajar y los mineros bloqueadores. Encima, la gente de Potosí me comentaba que los mineros eran muy peligrosos, ya que no dudarían en arrojar dinamita si había un enfrentamiento con la policía, ejército o ciudadanos comunes. Esa noche del jueves dormí con la bronca de no poder ir a Uyuni por lo menos en un corto plazo. Me levanté temprano el viernes para ir a la terminal y ver si había algun atisbo de luz en el horizonte, quiero decir, si se habían levantado los bloqueos. Con desazón noté que no podía ir a Uyuni, pero había una posibilidad de ir a Oruro en un colectivo que salía en una parada improvisada, pasando el bloqueo de los mineros. En un minuto tomé la desición de tomar ese colectivo, para luego poder ir a La Paz. Tuve que tomar un taxi que me llevara hasta el bloqueo, bajarme ahí y caminar 5 kms por una ruta plagada de autos, colectivos y camiones detenidos por bastante tiempo. Pude ver la desesperación de la gente boliviana e incluso de turistascaminando entre colectivos y camiones que ocupaban todo el camino. Hasta ví un hombre llevando un ataúd con un fiambre adentro en una carretilla, saliendo de Potosí. Las caras estupefactas dominaron la escena dantesca. Llegado al colectivo, tuve que esperar una hora y media para que saliera hacia Oruro.

Mientras trataba de entender la trama de King Kong, película que estaban pasando en el colectivo, no veía la hora de llegar a Oruro, donde tenía pensado quedarme una sola noche, y el sabado a la mañana ir a La Paz. Cuando ví lo que era Oruro, tomé la radical desición de llegar esa misma noche a La Paz. Sin dudas Oruro debe ser la peor ciudad de Bolivia. Seca, sucia y sin ningún atractivo que valga la pena. No habré estado una hora ahí que ya estaba saliendo para La Paz. No me importaba llegar de noche, tan solo creí que La Paz sería un lugar mejor para llegar y andar de noche que Oruro. Caído a La Paz a eso de las 22 horas, me tomé un taxi para poder llegar al Hostel Austria, que lo tenía de una guía turística que me había regalado Amélie. La Fortuna continuó con sus histeriqueos cuando el encargado del hostel me dijo que no había más lugar y que tenía que caminar dos cuadras en subida hasta otro hostel para ver si había una mísera cama. En ese tampoco había, pero este otro encargado me comentó que a la vuelta estaba el famoso Hostel El Carretero y que había una cama disponible. Una vez instalado en el carretero, salí a comer por el centro, que estaba a 4 cuadras del hostel, y volví para descansar. No hice nada interesante ese sabado en La Paz, más que recorrer la agotadora ciudad, caótica por donde se la mire y demoledora por sus 3800 metros de altura. A la tarde me puse a conocer un poco más al heteregéneo grupo de gente que estaba hospedada en el hostel. Ahí me enteré que había un partido de fútbol 5 a la vuelta del hostel y que ibamos a jugar casi todos ahí. Por sentir la experiencia de jugar en la altura, me uní al grupo de eximios mochileros pero para nada buenos futbolistas. Al final terminó siendo un fútbol 7 en una cancha de 5. En tono de broma dije que este iba a ser un partido de la paz, por las diversas nacionalidades de los que ibamos a jugar. Había dos noruegos, un mexicano, un flaco que me parece que era de Alemania, dos argentinos, tres italianos y dos bolivianos, si no me olvido de alguno. Comprobé que jugar en la altura es como tal lo comentan muchos jugadores, una experiencia terrible y demoledora, más si no estas en un buen estado físico y si de yapa en los descansos algunos se ponen a tomar....ron!. 5 minutos corriendo como loco bastaban para que el corazon se estremeciera y quedarse a jugar otros 5 minutos abajo, defendiendo y respirando frenéticamente. Después de un partido parejo, que no sé cual fue su resultado real, me pegué una ducha en el hostel y salí para donde estaban los dos noruegos, que me habían invitado a un bar que estaba a pocas cuadras de ahí. En la puerta del hostel me encontré con un amigo de los noruegos, de la misma nacionalidad, que vivía en la capital boliviana desde hacía 2 años por lo menos. En el camino me contaba que el hacía tatuajes para vivir y que no le iba nada mal. Le pregunté cuanto saldría hacerme uno de algún dios hindú, como Shiva o Ganesha, y me dijo que tatuajes de ese tipo eran los más caros, por las complejas combinaciones de colores y formas, muy claro al tener en cuenta que un dios hindú tiene como minimo 4 extremidades. Pasada esa conversación, llegamos al lugar de encuentro, un bar llamado Etnos, donde se encontraban los noruegos, un colombiano y una suiza, todos del hostel. Para experimentar bebidas nuevas, tomé un trago llamado Nicolaska, una suerte de mixtura entre el tequila y el vodka, muy fuerte para mí, además de qué no había comido nada. Pocos minutos después salimos hacia otro bar cercano llamado Luna o algo así. Tomamos unos rones mientras hablábamos de política, estilos de vida y viajes. Pero esa charla duró poco por qué salimos hacia una Disco o Boliche qué no me acuerdo como se llamaba. En ese lugar nos cobraron 5 bolivianos a cada uno, unos dos pesos con cincuenta argentinos, un lugar muy barato y con un muy buen ambiente de fiesta. A partir de ahí lo único que me acuerdo es qué dos horas después salimos a una peña boliviana que ya había terminado prácticamente, donde lo único que había eran viejos dormidos por los efectos del alcohol, menos minas que en un cumpleaños de puto y nada de música atrayente para mis oídos. En ese ambiente, añorando el otro lugar, caí redondo también. Nos tomamos un taxi cuando la cosa no daba para más (para mí no dió más desde el principio) y llegamos al hostel a las 06:00 am, notoriamente borracho pero serio.

Ese domingo me levanté sin ningún atisbo de resaca alguno, como si no hubiera salido la noche anterior. Nada digno de comentario pasó al mediodía, pero a la tarde con algunos de los chicos del hostel vimos el triunfo de la sub-20 en un bar cercano. Después de eso, charla y cerveza en el patio del hostel hasta la noche, cuando fuimos a comer unas hamburguesas entre varios. Temprano me acosté esa noche para poder levantarme tranquilo el lunes para poder ir a Tiwanaku, complejo de ruinas de una civilización qué fue la más importante de esta región del mundo desde el 400 antes de Cristo hasta el 1200 DC. Lugar misterioso por cierto, ya qué fue una gran ciudad que se ubicaba en uno de los ambientes más aridos del globo. Tiwanaku conquistó vastos territorios durante su existencia, que abarcaban casi todo Perú, norte de Chile, Bolivia casi en toda su totalidad y el norte de Argentina. Por causas que todavía se tratan de dilucidar, la civilización sucumbió en el 1200. siendo reemplazada por una cultura más famosa, la incaica. Sinceramente, pensé que las ruinas de Tiwanaku iban a ser más grandes de lo que yo había pensado durante mucho tiempo. Pero me fascinó la parte del museo, con cráneos deformados intencionalmente y una momia incluida.
Vuelto al hostel a la tarde, y después de haber mandado fotos, a la noche conocí a dos argentinos que volvían de un viaje de seis meses por casi toda Sudamérica. Estos se llamaban Daniel y Manuel, y la verdad me dieron bastantes datos como para hacer mi viaje por Perú mucho mas lúcido y más variado. Mientras comíamos un cuarto de pollo con arroz muy bueno en una esquina de la Avenida Sucre, me contaban miles de anécdotas de tamaño viaje. Lamentablemente, personajes como ellos estaban volviendo a Argentina, mientras yo recién estoy empezando. Si la Fortuna quiere reparar algo conmigo, que sea haciendome conocer gente como ellos como para hacer un muy buen viaje.

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