14.4.09

Piedras

Vuelco en mí todos mis anhelos de sencilla felicidad,
como un niño deposita su alma en amistosas mascotas.
Estas lejos, pero tu recuerdo sigue atado a mi espalda,
como las mochilas que teníamos cuando nos encontramos,
en caminos empedrados y cargados de misteriosos deseos.
En mares bravíos, sumergidos en pánicos y angustias,
nadamos hacia esa roca solitaria que flota en el océano.
Todavía la veo lejana, pero tu mano, ausente,
me toca a cada instante, dándome fuerzas inusitadas,
con el solo afán de darme bríos para seguir respirando.
Sí, somos algo más que dos seres perdidos en el mar,
somos ángeles caídos que sucumben segundo tras segundo,
sin poder alcanzar la redención final.
Sos la piedra en el camino, la piedra que rompe todos,
todos los cristales de la ilusión.
La piedra que mata las alimañas.
La piedra que me fulmina y me resucita al mismo tiempo.
Sos la piedra que destroza mi corazón de roca.
Sos la piedra que me destroza.

Salvame

Salvame, y serás el reino donde posaré mi cansada alma.
Ven, y no habrá ninguna divinidad en mi caída.
Salvame, y vuélveme a rescatar de fangosos terrenos,
en los cuales todavía sigo enterrado.
Susurra a mis oídos canciones que yo solo entienda,
y los sonetos tormentosos se marchitarán dentro mío.
Sublévate, y seremos rebelde en el caos.
Ríndete, que yo te devolveré las armas para el combate final.
Ven, y nos iremos a la isla donde brilla el sol.
Salvame, y seremos reyes de nosotros mismos.