Salvame, y serás el reino donde posaré mi cansada alma.
Ven, y no habrá ninguna divinidad en mi caída.
Salvame, y vuélveme a rescatar de fangosos terrenos,
en los cuales todavía sigo enterrado.
Susurra a mis oídos canciones que yo solo entienda,
y los sonetos tormentosos se marchitarán dentro mío.
Sublévate, y seremos rebelde en el caos.
Ríndete, que yo te devolveré las armas para el combate final.
Ven, y nos iremos a la isla donde brilla el sol.
Salvame, y seremos reyes de nosotros mismos.
14.4.09
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