4.10.08

Sentado

Concibo mi existencia como una suma de incertezas, de dudas calamitosas que me hunden en pantanos hediondos, de los cuales casi no puedo salir. Y los pantanos están llenos de alimañas de malignas intenciones. Sigo aquí, sentado, viendo como las bestias se acercan de nuevo hacia mí, después de tanto tiempo pensando en que habían sido tragadas por los pantanos del pasado. Parece que todo tiene un retorno en esta vida; tiemblo ante la posibilidad de la repetición; tiemblo ante los sacerdotes de la estática. Veo como las alimañas se rien de mí nuevamente, sin saciarse de un pasado triunfante. Para ellas todo es presente, ese mismo presente que vuelve con una nueva faceta, pero con la misma alma podrida del pasado. No queda otra salida, parece, que me saque de las putrefactas aguas. Pero huelo vino, y un aroma parecido a sahumerio. Desaparece el olor de cadáveres muertos, y mi olfato se purifica con ese suave pero sublime olor a pan casero...siento los aromas de una casa en el desierto. Cierro los ojos un instante, y no hago más que aparecer sentado en posición de loto. A mi alrededor están todos esos seres, camaradas y amigos, que no hacen más que secar mis pantanos. Tomamos vino con tranquila alegría, hablando un idioma extraño pero que yo entiendo como si fuese natural de todos aquellos que estuvimos en el pantano, y logramos salir de él. Y siento un abrazo que nace desde mi espalda y desemboca en mi pecho, y una voz femenina que me dice, bien al oído, apenas rozándome la oreja con sus labios : -No te asustes, soy Sofía...

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